jueves, 16 de octubre de 2008

Cerínia



Cierva con pies de bronce y cuernos de oro que estaba consagrada a Ártemis.


Cerinia, que tenía pezuñas de bronce y cuernos de oro. Se trata, si es así, del cuarto trabajo de Heracles. En efecto, estaba consagrado a Ártemis, porque, según se decía, era una de las cinco que la diosa había intentado capturar para engancharlas a su carro, y la única que consigió escapar, refugiándose en el monte Cerinia.

Así pues, Euristeo ordenó a Hercales que se la llevase viva y, como no podía hacerle ningún daño sin incurrir en sacrilegio, hubo de perseguirla día y noche hasta el mismo país de los Hiperbóreos. Tengo entendido que allí, por fin, la cierva tuvo sed y se detuvo a beber en el río Ladón, momento en que Heracles le inmovilizó las patas delanteras con una pecla que pasó entre el tendón y el hueso sin derramamiento de sangre. Enseguida el hijo de Alcmena emprendió el viaje de regreso a Micenas con el animal sobre sus hombros.

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